martes, 28 de enero de 2014

Confesiones de una novia: La primera prueba de vestidos de novia fue una tortura



Desde el momento en que decides casarte hasta el día de la boda, atravesaréis muchos momentos que no son tan bonitos como se ven en las películas o en los programas de bodas tipo "Me Pido Este Vestido". Confesiones de una novia es una columna semanal en la que novias reales nos contarán su experiencia a lo largo de todos los meses de preparativos.
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Mi primera prueba de vestidos de novia fue una auténtica tortura. Terminé sintiéndome gorda, triste y fea, y no fue hasta meses después cuando me atreví a volver a probarme un vestido de novia.

Tras tres meses mirando y mirando y mirando vestidos de novia, decidí pedir cita en una tienda multimarca de Madrid, con la esperanza de encontrar un vestido de novia que no fuese de ninguno de los dos imperios nupciales españoles. La verdad es que yo tenía la vista fija en Oscar de la Renta y sus maravillosos vestidos con mangas de encaje, pero me enteré que, apenas dos meses antes habían cerrado su flagship store en Madrid. Casi me da un patatús. En esta boutique multimarca prometían tener vestidos de primeros diseñadores ¡y además con importantes descuentos! Así que me fui para allá muy ilusionada. Obviamente, ni diseñadores ni nada de nada. Menuda decepción. Así que me dijeron que bueno, que mirase en su catálogo otros vestidos y, ya que estaba allí, no me iba a ir.

He de decir que soy consciente de que lo que yo quería para mi vestido de novia era bastante diferente y muy alejado de las actuales tendencias en vestidos de novia (especialmente en las firmas low-cost, que son las que tenían en esa boutique). Además, me conozco bastante bien, sé lo que me favorece, lo que me queda bien y lo que no. Es lo que tiene haber convivido conmigo misma durante 24 años.

Elegí un par de vestidos para probarme (de los que tenían disponibles...) que no cumplían ninguno de mis requisitos, ni siquiera el corte que me gustaba, pero que la asesora me prometía que me iban a quedar bien. Y que yo sabía que no. Y ella seguía insistiendo en que yo no sabía lo que me quedaba bien y que ella sí.

Total, tropecientos 6 vestidos más tarde, sintiéndome gorda como una vaca (cuando tengo una talla 38, así que os imagináis lo buena que era la asesora...), fea y menos "novia" que nunca, mi madre y yo nos fuimos de allí, mientras me prometían que pedirán el vestido que quería probarme y que me llamarían en cuanto lo tuvieran.

Aún me acuerdo de lo triste que estuve todo el día. Por la noche, cuando mi novio me preguntó que qué tal la prueba, casi me pongo a llorar. Esa misma noche le decíamos a su hermano que nos casábamos y no pudo ser un día más triste para mí.

¿Habéis vivido una experiencia similar?

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